Fue hace 2 años: sentía profundamente que tenía que darle un cambio radical a mi situación laboral. Pero estaba atrapado en “lo que sabía hacer bien”.
Porque llevaba años trabajando en lo mismo. Me había convertido en un experto en lo que hacía. Esto había hecho que me encontrara cómodo y todo fuera fácil. Pero al mismo tiempo no me aportaba nada nuevo y la monotonía jugaba en contra de mi necesidad de expansión. ¿Te suena familiar?
La verdad es que me gustaban muchos otros sectores y actividades, tenía mis propias espinitas clavadas de “lo que me hubiera gustado hacer”. Pero claro, vivía enclaustrado en la idea de que era muy bueno en algo demasiado específico. Cada vez que me planteaba un cambio terminaba respondiéndome a mí mismo que en cualquier otra actividad tendría que empezar de cero.
Eso haría que la retribución económica diera un salto atrás, lo que sumado a la incertidumbre del cambio me hacía abandonar la idea de nuevo. Además, yo estaba muy bien reconocido en mi actividad, y eso también lo perdería. ¿A quién no le gusta la seguridad y el reconocimiento?
Pero todo aquello ya no era mi prioridad. Tocaba pensar en mi salud emocional. Y el problema venía de vivir bloqueado porque tras tantos años “solo se hacer esto”. ¿Te ha pasado alguna vez?
Y ocurrió que un día, un familiar cercano tuvo una oferta de trabajo económicamente alucinante, sin buscarlo y sin referencias ni conocerle en persona, y me hizo reaccionar.
¿En qué se habían fijado para ofrecerle tal cambio? ¿Qué habían supuesto que sabría hacer teniendo en cuenta su posición laboral actual?
Y me di cuenta de que tras 30 años de experiencia es ridículo fijarse sólo en la actividad principal a la que te dedicas. Así que empecé a hacer la lista de cosas que llevo años haciendo además de mi especialidad específica.
Y me salió una lista impresionante de cosas que había hecho en 30 años, que me convierten en una persona cualificada en muchísimas otras cosas que no había tenido en cuenta.
A nivel profesional: Alto nivel de inglés; gestión, dirección y liderazgo de equipos, ventas, marketing, estrategia empresarial, visión económica y estratégica, formación de personas, búsqueda de soluciones prácticas y ópticas…
Y luego, a nivel personal me pregunté: ¿En qué soy bueno? ¿Qué me gusta? Ayudar, aportar, empatizar, comunicar, organizar, enseñar, analizar, resolver, relativizar, optimizar, planificar, escribir, escuchar, animar…
Una vez que empecé a hacer una lista, no podía parar. Pero bueno, no existe el trabajo perfecto en el que puedas encajar todo eso. ¿Y si me quedo con las 5 más importantes para mí? Las que me gustan y a la vez se me den algo mejor.
Y acabé realizando un magnífico ejercicio de autoconocimiento desde el que se me abrió la perspectiva y acabé viendo muchas oportunidades que antes ni se me habían ocurrido.
Pues sí, al poco tiempo cambié radicalmente de trabajo. Y con ese cambio me quité la espinita clavada más grande que llevaba desde hace años, uno de mis sueños.
¿Cómo fue? ¿Cómo me siento ahora? Pues eso os lo cuento en las siguientes publicaciones, que también tiene mucha historia.
¿Y tú? ¿Te has parado a escribir la lista de cosas que sabes hacer además de tu actividad principal?
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