Las emociones también juegan un papel importantísimo en los deportes. Un deportista no rinde igual desde una emoción que le provoca seguridad o alegría que desde otra que le provoca inquietud o desconfianza.
Como entrenadores, nuestra manera de hablar con los deportistas es fundamental para su rendimiento. Esto es especialmente importante cuando trabajamos con jóvenes, que están todavía buscando su identidad como deportistas. De hecho, y sobre todo en deportes de equipo y en momentos de alta tensión y presión, la manera en que transmitimos nuestros mensajes puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.
¿Te has detenido a pensar cómo influyen tus palabras en esos momentos críticos? La forma en que comunicamos puede aumentar la autoconfianza de nuestros jugadores, o por el contrario, minar su moral y desempeño.
En lugar de recurrir a reproches y gritos, debemos adoptar una comunicación constructiva y positiva. ¿Por qué es esto importante? Porque los errores, lejos de ser fracasos, son oportunidades de aprendizaje.
He visto muchos entrenadores que, cuando un jugador comete un error en un partido, le ponen en evidencia en público con expresiones “¿Pero que haces?”, “¡Así noooo!”, “¡Te he dicho mil veces…!” o simplemente le corrigen a gritos con tono de desesperación. Y si le remarcan directamente un error, como si fueran inútiles, ya pasamos a otro nivel.
¿Creéis que alguien aprende algo a base de palos? ¿Qué posibilidades hay de que un jugador saque lo mejor de sí mismo para mejorar en mitad de un partido a base de oir a su entrenador pegando voces desde la banda, recriminándole enfadado una acción puntual? Pocas.
Yo siempre pregunto a los entrenadores con los que trabajo si tienen mascota y en ese caso suelen entenderlo perfectamente. ¿Cómo le enseñas trucos a tu mascota? Seguro que no será a base de castigos, sino a base de premios. A base de castigos podemos conseguir que NO haga algo, pero lo hará desde el miedo. Si lo aplicamos a un deportista, es igual. Solo que desde el miedo nunca conseguiremos sacar lo mejor de el.
Lo bueno que tiene el futbol, el baloncesto, el voleibol, el balonmano… y un sinfín de deportes de equipo en los que hay muchas jugadas consecutivas es que siempre hay una siguiente jugada donde podemos hacerlo mejor. ¿Creéis que es posible reforzar la moral de un jugador tras una jugada que no ha salido bien y conseguir que realmente intente hacerlo mejor en la siguiente jugada con confianza? Pues claro.
Hay entrenadores que lo consiguen a diario. Y podemos verlo en todo tipo de competiciones: desde el deporte local con jóvenes, hasta en el deporte profesional. Todo el mundo se sorprende cuando un entrenador consigue dirigir a un equipo técnicamente mejor hasta lo más alto de una competición, contra todo pronóstico.
En lugar de resaltar directamente lo negativo, debemos empezar por respaldar al jugador por intentarlo (por ejemplo). Podemos empezar con un simple “Vale, vale, bien, lo intentamos en la siguiente”, mientras le animamos con tres o cuatro palmas de aprobación. Aquí generamos esa emoción de respaldo ante lo sucedido y tendremos su atención y ganas de resolverlo de nuestra mano.
A continuación si que podemos indicarle cómo puede intentarlo de otra manera, en vez de hacerle saber lo mal que lo ha hecho. Os aseguro que ya lo sabe y ya se siente frustrado él solo. “No te olvides que…”, “Inténtalo de esta otra manera” o “Recuerda estirar la mano más y lo consigues seguro”. Esto ayuda a eliminar los inconvenientes del concepto “error” e implantar las buenas sensaciones de un buen aprendizaje.
Crear un ambiente de apoyo es esencial. Los jugadores deben saber que estamos ahí para apoyarlos a pesar de que no salga bien, no solo para criticar. Celebrar los pequeños logros y animar constantemente crea un ciclo positivo de motivación y mejora. Este apoyo crea un ambiente donde los atletas se sienten comprendidos y respaldados, lo que es crucial para su rendimiento.
En el fondo, estamos influyendo sobre tu estado emocional. El poder que tienen las palabras de un entrenador pueden marcar la diferencia en un partido.
Ahora, te invito a reflexionar: ¿Cómo ha influido tu comunicación en el rendimiento de tu equipo durante los momentos críticos de los partidos este año? ¿Qué podrías cambiar para mejorar esta dinámica?
Te hago la misma pregunta si eres compañero de otro jugador: ¿Prefieres que tus compañeros lo hagan mejor o que se sientan peor por tus reproches?
Y sobre todo, esto también es válido si estás en la banda como público. Padres, leed el artículo de nuevo sustituyendo la palabra “entrenador” por la palabra “padre entre el púbico”. En este caso es muchísimo más potente.
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